domingo, 16 de julio de 2023

julio 16, 2023

Como padre de familia, una de las labores más importantes es enseñarle al niño a comportarse bien. Es una labor que requiere tiempo y paciencia. Sin embargo, ayuda saber cómo aplicar estrategias que sean saludables y eficaces.

Aquí le ofrecemos algunos consejos de la American Academy of Pediatrics (AAP) sobre las mejores formas de ayudar a su niño a aprender comportamientos aceptables a medida que crecen. 

10 prácticas eficaces de disciplina que funcionan:

La AAP recomienda prácticas positivas de disciplina que le enseñen a los niños de forma eficaz a controlar su comportamiento y mantenerlos a salvo mientras se promueve un desarrollo sano. Las siguientes son algunas de ellas:

Mostrar y decir. Enseñe a los niños la diferencia entre lo bueno y lo malo con palabras y acciones calmadas. Sea un ejemplo de la conducta que usted quiere ver en sus niños.

Ponga límites. Aplique reglas que sean claras y coherentes que sus niños puedan seguir. Cerciórese de explicar estas reglas en términos apropiados para la edad que ellos puedan entender.

Determine consecuencias. De forma calmada pero firme explique las consecuencias de no comportarse bien. Por ejemplo, dígale que, si no recoge sus juguetes, usted los guardará y no podrá jugar con ellos el resto del día. Manténgase listo a cumplir lo establecido de inmediato. No se dé por vencido, devolviendo los juguetes después de unos minutos. Sin embargo, recuerde, que no debe quitarle algo un niño que realmente necesite, como es el caso de una comida.

Escuche bien lo que dicen. Escuchar es importante. Deje que su niño termine su argumento antes de ayudarlo a resolver el problema. Esté atento por señales de comportamientos que siguen ciertos patrones, por ejemplo, cuando el niño siente celos. Hable con su niño al respecto en lugar de enfocarse solo en el castigo.

Preste atención. La forma más efectiva de disciplinar a los niños es ponerles atención, para fomentar los buenos comportamiento y desalentar los malos. Recuerde, todos los niños quieren que sus padres les presten atención.

Preste atención cuando se están portando bien. Los niños necesitan saber cuándo se están portando mal, y cuando se están portando bien. Hágale saber cuándo se está portando bien, elogiando sus aciertos y sus buenos intentos. ¡Sea específico (¡por ejemplo, "Fantástico, ¡hiciste un buen trabajo colocando ese juguete donde corresponde!).

Sepa cuando no es bueno reaccionar. Mientras que su niño no esté haciendo algo peligroso y reciba mucha atención por su buen comportamiento, ignorar el mal comportamiento puede ser una forma muy eficaz de frenar el mal comportamiento. Ignorar el mal comportamiento también le puede enseñar a los niños que las acciones tienen consecuencias. Por ejemplo, si su niño se empeña en tirar las galletas al piso de adrede, se dará cuenta por sí solo que no habrá más galletas para comer. Si tira al piso un juguete y lo rompe, se dará cuenta que no podrá jugar con él de nuevo. Muy pronto aprenderá a no tirar las galletas al piso y a ser cuidadoso cuando juega con sus juguetes.

Trate de estar siempre listo para cualquier problema. Prepárese con anticipación a las situaciones en las que su niño se le puede dificultar comportarse. Prepárelos para las actividades venideras y dígales cómo quiere que se comporten.

Reoriente el mal comportamiento. Algunas veces los niños se comportan mal porque están aburridos y no saben qué otra cosa hacer. Busque otras cosas que su niño pueda hacer.

Use una pausa obligada. Una pausa obligada   puede funcionar muy bien cuando no se ha cumplido alguna regla. La disciplina funciona mejor cuando se le ha advertido al niño que si no hace caso, tendrá que hacer una pausa obligada; recuérdeles a los niños qué fue lo que hicieron mal con pocas palabras, y poca emoción, y apártelos de la situación por el tiempo acordado previamente (1 minuto por cada año de edad es una buena regla general). Esta estrategia funciona mejor con niños entre las edades de 2 a 5, pero se puede usar con algunos cambios a cualquier edad.

Por qué golpear o decir palabras hirientes puede hacer daño y no funciona: 

La declaración de política de la AAP titulada, "Disciplina eficaz para criar niños sanos" (en inglés) subraya por qué es importante enfocarse en enseñar buen comportamiento en lugar de castigar por el mal comportamiento.  Los estudios de investigación demuestran que golpear a los niños (nalgadas), cachetadas y otras formas de castigo corporal no funcionan bien para corregir el comportamiento de un niño. Lo mismo pasa con los gritos y con hacer sentir mal (avergonzar) a un niño. Fuera de ser ineficaces, los castigos fuertes físicos o verbales pueden también hacerle daño a la salud física y mental del niño a largo plazo.

El ciclo nocivo de las nalgadas. La AAP aconseja que los padres y cuidadores no deben dar nalgadas o golpear a los niños.  En lugar de enseñarles responsabilidad y auto control, los golpes (azotes) con frecuencia aumentan la agresividad y la ira en los niños.   Un  estudio   de niños nacidos en 20 ciudades de los Estados Unidos descubrió que las familias que usaban castigo corporal se vieron atrapadas en un círculo vicioso: entre más se golpeaba a los niños, aumentaba el mal comportamiento más adelante, lo que incitaba más golpes (nalgadas) en respuesta. Los efectos de los golpes  recibidos pueden afectar incluso más que a las relaciones entre padre e hijo. Debido a que enseña que causarle a alguien dolor se justifica si se siente frustrado, incluso a las personas que amamos. Los niños que son golpeados tienden a golpear a otros cuando no obtienen lo que quieren.

Marcas que perduran. El castigo físico aumenta el riesgo de lesiones, especialmente en los niños menores de 18 meses de edad, y puede dejar otras huellas considerables (cuantificables) en el cerebro y el cuerpo. Los niños que son golpeados muestran niveles más altos de hormonas ligadas al  estrés tóxico .  El castigo físico puede también afectar el desarrollo del cerebro.   Un estudio descubrió que los adultos jóvenes a los que se le había golpeado con frecuencia tenían menos materia gris, la parte del cerebro ligada al auto control, y obtuvieron resultados más bajos en evaluaciones del CI (coeficiente intelectual) comparados con adultos jóvenes del grupo de control.

Abuso verbal: cómo las palabras lastiman. Gritar a los niños y usar palabras que causen dolor emocional o vergüenza también se ha descubierto que no funciona y causa daño. La disciplina verbal severa (cruda), incluso por parte de padres que son la mayoría de las veces cariñosos y afectuosos, puede ocasionar mayores problemas de comportamiento y salud mental en los niños.  La investigación   demuestra que la disciplina verbal severa (cruel), que se hace más común a medida que los niños crecen, puede ocasionar mayores problemas de comportamiento y síntomas de depresión en los adolescentes.

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